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Desde el Commodore 64 a la programación: cómo me convertí en un programador de software

Actualizado el 09/03/2023 08:00 
 

A veces la gente me pregunta cómo empecé a programar, pero no es fácil responder en pocas palabras. En cierto sentido, nunca empecé a programar, es decir, no sabía que estaba empezando a hacerlo. Todavía recuerdo el día en que mis padres me compraron mi primer ordenador. Era el 14 de diciembre de 1985, tenía 12 años y no podía saber de antemano que ese famoso Commodore 64, del que veía publicidad en la televisión, me acompañaría toda la vida, cambiándome y literalmente salvándome la existencia.

Quizás estaba emocionado o quizás no, no lo recuerdo con certeza, pero sí sé que estaba curioso por conocer ese nuevo objeto electrónico. Recuerdo la tarde en la que fuimos a comprarlo, recuerdo las palabras, recuerdo la atmósfera, recuerdo las luces de esa gran tienda de los años ochenta, recuerdo lo que hice la primera noche cuando lo encendí por primera vez. En aquellos días pasaba horas enteras explorando mi ordenador, tratando de entender cómo funcionaba y descubriendo qué podía hacer con él. Junto al C64 había una cinta con un juego basado en una película de culto distribuida en 1984, que ya había visto en el cine y amado, y que se había convertido en un hito de la historia del cine de aquellos años: Ghostbusters. En aquel momento no podía saber que muchos años después, Ghostbusters, David Crane y Activision se convertirían en iconos del mundo de los juegos, los programadores y las empresas de Software de aquella época.

El Commodore 64 era un ordenador muy popular en aquellos años. En 1985 solo habían pasado tres años desde su distribución y era quizás el ordenador más utilizado en todo el mundo, especialmente en el ámbito doméstico. Tenía una CPU MOS Technology 6510 a 1,02 MHz, 64 KB de RAM y una gráfica muy avanzada para la época, que podía visualizar hasta 16 colores. También estaba equipado con dos puertos para joystick y una salida de video. Para la memorización de los juegos y programas se podían utilizar disquetes o casetes de audio. Era posible programar utilizando Basic o Assembler. Mi equipo consistía en una unidad central, el antiguo modelo hoy llamado "biscottone", un datassette, un joystick y un Monitor de fósforo verde.

La informática de aquellos años estaba en pleno desarrollo y acababa de empezar a hablar un nuevo idioma, el de los ordenadores. Ahora conozco la historia de esa época, conozco la agitación cultural y tecnológica que animaba al mundo. Desde mi punto de Vista de niño de doce años, todo iba muy rápido, ese mundo estaba cada vez más presente en mi vida diaria. A posteriori, reconozco haber vivido la edad dorada de la informática. Dorada no por el capital económico que los principales actores de la época ganaban - el verdadero boom económico de la informática y la electrónica llegaría en los años noventa -, sino por el crecimiento cultural que se respiraba en todas partes donde hubiera tecnología o grupos de "homines technologici". Estaba curioso por entender cómo funcionaban los ordenadores y cómo se programaban. Así que comencé a aprender el lenguaje BASIC, leyendo el manual de esa pequeña joya electrónica. Lo que más me gustaba era experimentar y crear cosas nuevas. Es útil recordar aquellos años para entender mejor la brecha entre la realidad diaria que vivía en casa y la pasión que crecía por esa máquina. Las personas a mi alrededor no entendían que esas "cosas" que creaba eran concretas para mí, mientras que para ellos eran solo imágenes que podían apagarse en cualquier momento. El ordenador era la herramienta perfecta para dar rienda suelta a mi imaginación, porque me permitía probar mis ideas de manera rápida y efectiva. Así que, en esos meses, seguí aprendiendo y ampliando mis conocimientos, hasta que me di cuenta de que el BASIC ya no era suficiente para mí, que había un lenguaje mucho más poderoso: el lenguaje de máquina del microprocesador 6510.

Los manuales de Jackson Libros fueron un recurso invaluable para mí. En aquellos tiempos no existía Internet y para obtener información sobre el C64 y la programación tenía que comprar manuales por correspondencia y experimentar por mi cuenta. Eran libros de gran complejidad, pero estaba tan apasionado que no me importaba. Leía todo lo que podía encontrar y adquiría conocimientos que incluso hoy en día pondrían en dificultades a un adulto.

Si encontrara mis viejos trabajos de Italiano de la escuela secundaria, seguramente encontraría toda la pasión que me invadía. Muchos años después, me encontré con el profesor que aún recordaba mis trabajos, en los que mi "64" siempre tenía un lugar destacado de alguna manera. Hoy, cuarenta años después, el Commodore 64 se ha convertido en un ícono de la cultura popular y en un objeto de culto para los amantes de la informática. Fui uno de esos chicos afortunados que tuvieron la oportunidad de experimentar con este ordenador, tuve la oportunidad de aprender de la mejor ordenador de la época y desarrollar mis habilidades técnicas y lógicas en un entorno que valoraba mi creatividad. Fui más allá, aprendí a crear gráficos digitales de buen nivel, produciendo animaciones de sprites (objetos gráficos programables que podían moverse y colocarse independientemente del fondo de pantalla) y fondos, creé juegos y muchas utilidades para la creación de gráficos, y programé en un lenguaje ahora convertido en leyenda: el ensamblador. La verdad es que sólo después supe que había ido más allá, que estaba logrando cosas excepcionales, que había adoptado un lenguaje incomprensible para la mayoría.

¿Puedo explicar un poco cómo empecé a programar? Por ejemplo, en aquellos años se vendían libros en las librerías que contenían programas para C64. Junto con un amigo pasábamos tardes enteras copiando los listados en el Commodore. Yo dictaba y él escribía, él dictaba y yo escribía, hasta completar el listado y ejecutar el programa. Pero a veces el programa fallaba, ya sea por nuestra culpa o por el propio código mal escrito. ¿Acaso este pequeño paso llevó a pensar que la programación es simplemente copiar el listado de otra persona? Vamos, un poco de flexibilidad creativa. A los doce años había descubierto la programación aprendiendo a resolver problemas, a pensar de forma lógica y a escribir código para ejecutar acciones específicas. Hoy en día, este proceso se conoce como pensamiento computacional, un concepto que se refiere a la capacidad de resolver problemas mediante un enfoque lógico y estructurado, típico del proceso de desarrollo de Software. En aquel entonces, sin un maestro que me guiara, no entendía que lo que estaba haciendo era programación de verdad. Con ese "juego" aprendí a enfrentar desafíos, a identificar soluciones y a ejecutar el código para completar mis proyectos. Es por eso que hoy en día el pensamiento computacional se ha convertido en un concepto fundamental en la educación informática, ya que ayuda a desarrollar una mentalidad analítica que se puede aplicar en muchos contextos diferentes. Programar no se limita solo a escribir código. Es un proceso que también requiere una buena dosis de creatividad, ingenio e intuición. Los verdaderos programadores saben que el código no es la única herramienta disponible y que un lenguaje de programación es solo una herramienta entre muchas otras.

Mi experiencia con el Commodore 64 me enseñó que la programación es un proceso creativo que requiere habilidades técnicas, pensamiento crítico y pasión por la tecnología. Mi determinación y creatividad me permitieron superar los desafíos que encontré en el camino. A los 22 años, cuando perdí la Vista, solo pude recuperar mi vida programando mediante una síntesis de voz. Me desenvuelvo bien en muchas otras cosas, pero programar es mi arte. Además, programar es también el tiempo que dediqué a hacerlo, restándole ese tiempo a otras actividades adolescentes que podría haber hecho en su lugar. Creo que cada uno debe cultivar su propio talento, sea cual sea. El talento debe cultivarse desde la infancia, porque empezando de adultos solo se puede ser un buen aficionado o un profesional mediocre, independientemente de la certificación de estudio en posesión propia, pero nunca verdaderos artistas. Cada uno de nosotros tiene una serie de habilidades únicas y talentos naturales que pueden ser desarrollados y utilizados para nuestro bienestar personal y el de los demás. Cultivar nuestro propio talento significa dedicar tiempo y energía a la práctica, el aprendizaje y la mejora constante de las habilidades que nos son más afines. Solo a través de la práctica y el compromiso constante se pueden lograr grandes resultados y alcanzar nuestro potencial máximo. En este caso, la práctica incluye también y sobre todo el crecimiento de nuestras habilidades mentales y culturales. Esto también puede llevar a una mayor realización personal. Cuando somos capaces de aprovechar al máximo nuestras habilidades, nos sentimos más seguros y satisfechos con nuestras capacidades y somos capaces de lograr mayores objetivos en la vida, especialmente tendientes a alcanzar la felicidad y la solidaridad.

Veo a muchas personas que dedican su tiempo a intereses efímeros, pasando de uno a otro cuando se enfrentan a la complejidad de cada uno de ellos. A menudo lo que una persona talentosa hace con facilidad, puede parecer simple o natural a los ojos de los demás, pero en realidad detrás de ese talento hay años de estudio, investigación y dedicación. Las personas talentosas que han alcanzado grandes logros, a menudo han dedicado gran parte de su vida a cultivar sus habilidades y perfeccionar sus técnicas. Este proceso requiere una gran cantidad de tiempo, energía, compromiso y perseverancia.

Tengo casi cincuenta años y cuando comienzo a programar, vuelvo a ser un niño, pierdo completamente la noción del tiempo. Es como si me sumergiera en un mar de luz hecho de conocimiento, tomara los constructos allí presentes y los reorganizara en nuevas creaciones. Desde los doce años nunca he dejado la informática y la programación. Estoy agradecido a mis padres por haberme dejado libre para hacer lo que quería. Hoy en día soy un programador, una profesión que se superpone casi perfectamente con mi talento natural. Programar no solo significa escribir código, esa es precisamente una de las últimas etapas. Muchas personas tienen la idea de que programar significa simplemente escribir código en un determinado lenguaje de programación, pero en realidad la programación es un proceso mucho más amplio y complejo. Por ejemplo, un programador debe ser capaz de analizar y resolver problemas complejos, diseñar soluciones efectivas y saber probar el Software para garantizar su confiabilidad y seguridad. Pero programar es algo más: es talento, es pasión, es la unión espiritual entre el programador, la creación y el Software creado. Y la discapacidad no tiene nada que ver.